miércoles, 6 de febrero de 2013

Cortando Lazos Que Atan: Ejercicio del Ocho


“Dos personas que mantienen una estrecha relación invariablemente proyectan parte de sí mismas en la otra persona, de modo que ninguna de ellas es un individuo claramente delineado y separado. Si llegaran a cortar los lazos que las unen sin que se haya logrado un retiro de cada una dentro de su propio espacio, el 
resultado sería confuso, pues cada una seguiría cargando con las proyecciones de la otra, como una superposición que cubriría el yo real. Para remediar esta situación se nos entregó la Figura del Ocho.”

1- El Ejercicio de la Figura del Ocho
Se usa para llevar a la persona a una relación íntima con su propio espacio y territorio antes de cortar los lazos energéticos que lo mantienen unido a sus padres (y a las personas que lo criaron, en caso de que no hayan sido sus progenitores). Esto no sólo libera de una dependencia malsana, sino también de la programación, a menudo negativa, hecha por los padres, la que puede haber seguido activa en un profundo nivel inconsciente. Esta técnica se utiliza para cortar con patrones kármicos como patrones de conducta. No sólo se utiliza para purificar los lazos que nos atan a personas, como nuestros padres, parejas, o semejantes. Sino que se puede cortar con el patrón kármico de la manipulación por parte de tu matriarcado, el abandono, el dolor, el que te ignoren, el que te traten con indiferencia, el sufrimiento, la sensibilidad, el dinero, etc....
Instrucciones:
Vamos a trabajar con el primer corte de lazos que se debe realizar. El de los progenitores, a menos que exista otra circunstancia más apremiante, como una ex pareja que no te deja vivir y no para de mandarte lazos kármicos invisibles que se manifiestan a través de la realidad en forma de llamadas, etc... Si aguantas todo eso, es tu libre albedrío. Pero no tienes porqué...
1. Antes de cortar los lazos existentes entre tú y tus padres, deberás practicar este ejercicio diariamente, al menos durante 14-15 días para cada progenitor:
Ponte cómoda, relájate y cierra los ojos. Imagina que estás trazando a tu alrededor un círculo, en el piso, con un radio correspondiente al largo de tu brazo con los dedos extendidos. Visualiza este círculo como un tubo de luz dorada como la luz del sol. Cuando te veas a ti misma en el centro del círculo de luz dorada, comienza a visualizar un círculo similar frente al tuyo, que lo toque apenas pero que no se superponga con él. Asegúrate de que cada uno de ustedes quede situado en el centro del círculo. Cuando puedas visualizar claramente ambos círculos claramente y a ustedes dos ubicados en el centro de su propio espacio, visualiza una luz azul pálida de neón fluyendo alrededor del tubo dorado, comenzando por el punto donde ambos círculos se unen y moviéndose en el sentido de las agujas del reloj, primero alrededor del círculo en el que está tu progenitor justo frente a ti, y volviendo a donde los círculos se tocan. Ahora observa la luz azul que continúa por el lado izquierdo de tu propio círculo, hasta aparecer por tu derecha y volver al punto inicial, describiendo la figura de un ocho. Sigue observando este flujo de luz azulada con tu visión mental, por todo el tiempo que puedas mantener esta imagen sin esforzarte. La duración varía de una persona a otra, pero rara vez se puede mantener más de dos minutos.
Esta azulada luz de neón atraerá magnéticamente todo tu ser hacia tu propio círculo y el ser de tu padre o madre, al de ellos, de modo que cada cual ocupará plenamente su propio territorio separado. Este ejercicio debe ser repetido con regularidad cada día, hasta que fluya fácilmente, asegurando así que el mensaje de que deseas convertirte en un individuo independiente penetre en tu mente subconsciente y en la de tu progenitor. La mente subconsciente entiende con mayor facilidad imágenes y símbolos que palabras, pero tendrán que repetirse de manera regular, como para que el mensaje que se busca sea recibido y llevado a la acción. Los mejores momentos para emitir estos mensajes son aquellos en los que uno acaba de despertarse o cuando está próximo a dormirse, ya que se está más cerca de la mente subconsciente. Una vez que hayas establecido la imagen bastará con un corto periodo de práctica durante unos dos minutos en la mañana y en la noche. Durante el resto del día puedes ayudar un poco a mantener en movimiento la Figura del Ocho visualizándola de vez en cuando.
Fórmulas alternativas (en caso de que no te resulte fácil visualizar o prefieras algo más tangible)
A) Dibujar dos círculos en una hoja de papel, poniendo tu nombre o iniciales en el círculo de abajo y el nombre o iniciales de tu progenitor en el círculo de arriba. Con un lápiz azul traza la figura del ocho durante dos minutos por la mañana y por la noche.
B) Recortar dos círculos grandes de papel o tela y ponerlos uno frente a otro. En uno te sientas tú y en el otro pones una fotografía de tu progenitor y traza con el dedo la figura del ocho imaginando el brillo de la luz azul.
2. Haz una lista de atributos positivos y negativos de tus progenitores para ayudarte a ver con más claridad la forma en que fuiste programado desde la niñez y de qué manera reaccionabas ante ellos: imitándolos o rebelándote.
Toma una hoja de papel para cada progenitor, divídela en dos columnas. A la izquierda anota todas las características o hábitos ante los cuales reaccionabas negativamente y a la derecha todos los rasgos que te hacían reaccionar positivamente o con admiración. Estas listas toman tiempo y exigen paciencia, de modo que es importante no apurarse ni tampoco tratar de darles fin de una sola vez. Los puntos más obvios habitualmente vienen a la mente de inmediato, pero son los pequeños y sutiles los que a menudo fijan las impresiones indelebles en los niños; es frecuente que se olviden o que hayan sido suprimidos, por lo cual surgen más lentamente del subconsciente, una vez que los aspectos más llamativos han aflorado.
Phyllis Cristal: “Cortando lazos que atan”,

No hay comentarios:

Publicar un comentario