Yo como el único referencial verdadero en la percepción de la realidad está arraigado en nuestra actitud mental desde que nacemos.
Abrir el corazón es una actitud poco familiar en nuestra cultura occidental. Aprendemos tantas veces a
cerrar nuestro corazón para protegernos, que abrirlo es un gran desafío.
El camino espiritual nos llama para la apertura: tener empatía por los otros, reconocer que estamos todos interligados. Mientras estemos presos por una visión egocéntrica, intensificada por la idea de que somos seres separados unos de los otros, no podremos ser empáticos, pues estaremos limitados por la carencia de ser constantemente reconocidos por ellos.
Solamente cuando estamos bien con nosotros, tendremos energía disponible para percibir al otro. De hecho, precisamos, antes de todo, abrir nuestro corazón para nosotros mismos. Cultivar la auto-estima, por lo tanto, reconectarnos con la sabiduría de la interdependencia.
Extraído del libro El libro de las Emociones de Bel Cesar
Imagen by Kim Peace
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