miércoles, 19 de diciembre de 2012

Cuarto Chakras: Meditacion Kalpataru


KALPATARU, EL ARBOL DE LOS DESEOS
(Nota de advertencia sobre este ejercicio: Cuidado con los deseos que formules mientras lo realizas, porque podrías verlos realizados.)
Échate confortablemente y dedica unos instantes a tomar fundamento, a centrarte y a relajar tus músculos. Este ejercicio debe realizarse en un ambiente seguro y cómodo.
Respira hondo, inhala..., exhala..., inhala..., exhala..., inhala..., exhala...
Escucha conscientemente los latidos de tu corazón. Atiende a su ritmo. Imagina cada pulsación cómo envía 
la sangre a través de todo tu organismo, por medio de la intrincada red de las venas y las arterias. Imagina cada una de estas sendas por encima del corazón como ramas de un árbol, y las que están por debajo como las raíces del árbol, rebosantes de vida. Siente el recorrido del oxígeno que sale a presión del corazón, que se difunde por tu pecho, tus hombros, desciende a lo largo de tus brazos, hasta las manos, para luego regresar. Nótalo en tu vientre, tus muslos, tus rodillas, tus piernas y tus pies, subiendo luego de nuevo por su cuerpo para retomar al centro. Cada gota de sangre que pasa por el corazón regresa para refrescarse y cargarse nuevamente de aire, de aliento vital.
Tu corazón es un árbol sagrado. Sus ramas son como los hilos de una túnica de vida que se extiende por todo tu cuerpo y que irradia luego hacia el mundo. Como la sangre, todo esto que se manifiesta hacia el exterior retorna a uno..., al centro, al núcleo, al foco de la renovación.
El tronco del árbol eres tú: tu núcleo, tu fuero interno, tu ser más íntimo. Ese núcleo echó raíces que han profundizado, que te dan el fundamento y que son los caminos por donde recibes el alimento y el agua que te confieren sustancia. De ese núcleo nacen las ramas cuyas hojas no son otra cosa sino los deseos del corazón. Ellas recogen el sol y el viento, gracias a los cuales creces. Esas ramas florecen y dan su fruto, que luego cae al suelo para fecundarlo de nuevo. Todo lo que se expresa retorna con el tiempo a su origen.
Respira con tu corazón y siente sus penas y sus alegrías. Siente el fundamento sobre el cual se afirma: tu medio ambiente, tu vida, tu trabajo. Capta los deseos de su espíritu, los anhelos, las nostalgias, las urgencias. No intentes definir esos anhelos concretamente; limítate a sentir su esencia. Deja que estos sentimientos crezcan mientras tú respiras a su ritmo, Deja que inunden todo tu cuerpo latiendo hacia fuera, hacia dentro, saliendo, retornando.
Imagina que habita en ese árbol una bandada de palomas. Cada pájaro lleva uno de los deseos enterrados en tu corazón. Tiende la mano hacia ese árbol y llama a una de las palomas para que se acerque y se pose en esa mano. Cuando lo haga, colócala sobre tu corazón y deja que sea éste (y no tu mente) quien comunique sus deseos al ave. Que proceda directamente de tus anhelos; si durante la meditación acude a la mente alguna imagen concreta, está bien, pero no hay que buscarla de intención, Ten unos momentos de comunión con esa paloma que vive en el interior de tu corazón.
Cuando te parezca que está todo dicho, despide al pájaro con un beso y deja que vuele, suéltala en libertad mientras tú retornas a tus obligaciones. Déjala y no pienses más en ello. Tu deseo quedará satisfecho, y con creces, pero a su debido tiempo.
Anodea Judith Libro de los chakras
Imagen by David Mateu

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