lunes, 10 de diciembre de 2012

Como poner fin al Dolor Emocional


Podemos localizar en nuestra vida fases en que un dolor emocional permanece instalado en nosotros por un largo período – un año y medio, por lo menos. Vamos a dormir sabiendo que, al despertar, sentiremos el mismo dolor en el pecho. Generalmente eso ocurre cuando vivimos algo mayor a nuestra capacidad de elaborar.
La meta de transformar el sufrimiento en auto-conocimiento nos hace sentir íntimos de nuestro dolor, tan próximos de él que, a veces, sentimos pena de dejarlo. Recuerdo claramente la primera vez que sentí nostalgia por percibir que un dolor emocional se estaba acabando. Llegué a preguntar a Gueshe Sherab: “será que sin este dolor continuaré aprendiendo tanto como aprendí a sentirlo?”. Él rió y me respondió: 
“usted no precisa llamar al dolor para evolucionar, puede tener certeza que siempre habrá sufrimiento suficiente para aprender algo con él”. Cuándo la mente no está sobrecargada con un dolor intenso, piensa mejor.
Si estuviéramos sufriendo por el mismo dolor hace mucho tiempo, debemos identificar el momento de desapegarnos de él. Es necesario sentir el dolor apenas mientras él nos ayude a aprender más a nuestro respecto, o sea, mientras él represente una forma de ampliar la visión acerca de nosotros mismos. Parece obvio que nadie desea apegarse al dolor. En realidad, aún así, desapegarse de él tal vez sea uno de nuestros mayores desafíos.
Aceptar la necesidad de abandonar un patrón emocional, aunque él implique sufrimiento, puede ser tan difícil como aceptar la muerte de un ser querido, pues sentimos como si perdiésemos algo de nosotros mismos. En ambos casos debemos aprender a hacer el luto. Como escribe Christine Longaker en Esperanza delante de la muerte, el proceso de recuperación de nuestro dolor puede ayudarnos a vivir de manera más plena y apreciar cada día y cada persona, como una dádiva insustituible. En el luto, debemos por fin desapegarnos de la persona que se fue; mientras, podemos mantener su amor con nosotros. No somos abandonados en la pérdida; podemos nutrir nuestras memorias de amor, y permitir que el amor continúe fluyendo en nuestra dirección. Del mismo modo, cuando nos separamos de un patrón emocional dolorido con el cual convivimos por tantos años, debemos mantener la conciencia de su importancia en nuestro proceso de auto-conocimiento: una forma de gratitud por lo aprendido.
Sogyal Rinpoche sugiere el contacto con la naturaleza como un potente método de poner fin al dolor: “uno de los métodos más poderosos que conozco para aliviar y disolver el sufrimiento es ir a la naturaleza, contemplar una cascada, en especial, dejando que las lágrimas y el dolor salgan de usted y lo purifiquen como el agua que fluye. Puede también leer un texto referente a la impermanencia o al sufrimiento, y dejar que la sabiduría contenida en sus líneas le traiga consuelo. Aceptar el dolor y ponerle fin es posible”.
Cuando aceptamos el hecho de que podemos experimentar conscientemente nuestro dolor, entonces estaremos listos para liberarnos de él! Finalmente romperemos el hábito de auto-consideración y estaremos aptos para ser felices. La intensidad del dolor de una emoción posee un tiempo que le es propio, pero que también tiene su fin. Si él continúa presente después de un tiempo prolongado es porque lo estamos invocando demasiado. Es mejor parar de invocar ese dolor y abrirnos para lo desconocido, preguntándonos: Como seré sin este dolor?
La sinceridad nos da coraje y abertura para lidiar con cualquier situación, agradable o desagradable. De esta forma, nos abrimos para el mundo. La falta de foco es un modo de protegernos de las exigencias del mundo y de postergar nuestra participación en él. Al saber quienes somos, podemos adquirir la flexibilidad de percibir igualmente nuestras necesidades y las de los otros sin privilegiar ninguna de las partes. Así, no estaremos amarrados a nosotros mismos, ni nos confundiremos con los deseos de los otros.
Extraído del libro El libro de las Emociones de Bel Cesar

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