EJERCICIO YOGUICO DE OJOS
Este ejercicio sirve para tonificar y centrar los ojos físicos; es recomendable en caso de fatiga visual, para mejorar la visión, y para remediar la fatiga general debida a muchas horas de trabajo con papeles o lectura continua.
En posición sentada de meditación, con la espalda erguida. Cierra tus ojos y báñalos en la oscuridad.
Lleva tu consciencia al punto situado entre los ojos, en el centro de la cabeza. Nota la oscuridad y sosiégate
disfrutando esa calma tranquila.
Cuando notes que has recobrado tu centro, abre los ojos y mira de frente. Poco a poco volverás la vista hacia arriba, como buscando el cielo, pero sin mover la cabeza Luego trazarás una línea recta hacia abajo, volviendo la mirada tan baja como te sea posible sin mover la cabeza. Repítelo otra vez hacia arriba, y luego hacia abajo, retorna los ojos al centro y ciérralos, regresando a la oscuridad.
Abre los ojos de nuevo y céntralos. A continuación, repite los movimientos anteriores, pero esta vez en diagonal, primero de arriba a la derecha abajo a la izquierda, dos veces, y luego de arriba a la izquierda abajo a la derecha, también dos veces, seguidas del regreso a la oscuridad. Repite otra vez, ahora del extremo izquierdo al extremo derecho, volviendo a la oscuridad después de dos repeticiones. Y por último, después de centrar los ojos, describirás semicírculos, primero por arriba y luego por abajo, para terminar con una serie de rotaciones completas de los ojos, siempre llevándolos hacia la posición más extrema en todas direcciones. Retorna a la oscuridad. Frótate con tuerza las palmas de las manos hasta que las notes calientes. Una vez hayas calentado suficientemente las manos, coloca las palmas sobre los párpados y deja que los ojos se bañen en el calor y la oscuridad. Cuando el calor empiece a disiparse, frótate los párpados con suavidad, dando masaje a la frente y al rostro. La sesión puede terminar con un ejercicio de meditación profunda, o simplemente retornando al mundo exterior.
Anodea Judith Libro de los chakras
Cuando notes que has recobrado tu centro, abre los ojos y mira de frente. Poco a poco volverás la vista hacia arriba, como buscando el cielo, pero sin mover la cabeza Luego trazarás una línea recta hacia abajo, volviendo la mirada tan baja como te sea posible sin mover la cabeza. Repítelo otra vez hacia arriba, y luego hacia abajo, retorna los ojos al centro y ciérralos, regresando a la oscuridad.
Abre los ojos de nuevo y céntralos. A continuación, repite los movimientos anteriores, pero esta vez en diagonal, primero de arriba a la derecha abajo a la izquierda, dos veces, y luego de arriba a la izquierda abajo a la derecha, también dos veces, seguidas del regreso a la oscuridad. Repite otra vez, ahora del extremo izquierdo al extremo derecho, volviendo a la oscuridad después de dos repeticiones. Y por último, después de centrar los ojos, describirás semicírculos, primero por arriba y luego por abajo, para terminar con una serie de rotaciones completas de los ojos, siempre llevándolos hacia la posición más extrema en todas direcciones. Retorna a la oscuridad. Frótate con tuerza las palmas de las manos hasta que las notes calientes. Una vez hayas calentado suficientemente las manos, coloca las palmas sobre los párpados y deja que los ojos se bañen en el calor y la oscuridad. Cuando el calor empiece a disiparse, frótate los párpados con suavidad, dando masaje a la frente y al rostro. La sesión puede terminar con un ejercicio de meditación profunda, o simplemente retornando al mundo exterior.
Anodea Judith Libro de los chakras
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